En noviembre de 2024, Boston Consulting Group publicó un estudio pionero titulado «The AI Maturity Matrix: Which Economies Are Ready for AI?». A medida que el gasto mundial en IA se acerca a los 632.000 millones de dólares en 2028, este primer marco integral evalúa la posición de 73 países para aprovechar o afrontar la revolución de la IA.

La matriz examina las economías a través de dos lentes fundamentales: la exposición a las disrupciones impulsadas por la IA y la preparación para aprovechar las oportunidades de la IA. La exposición tiene en cuenta la vulnerabilidad de los distintos sectores de una economía a los efectos de la IA, mientras que la preparación se mide a través del marco ASPIRE (ambición, competencias, política y regulación, inversión, investigación e innovación, y ecosistema). Los resultados revelan una cruda realidad: sólo cinco economías -Canadá, China, Singapur, Reino Unido y Estados Unidos- han alcanzado el estatus de «pioneras en IA». Estos países han transformado las posibles disrupciones de la IA en ventajas competitivas mediante inversiones estratégicas, infraestructuras sólidas y talento.

América Latina presenta un preocupante contraste con estos pioneros de la IA. Ecuador se encuentra entre las economías «emergentes en IA», en las primeras fases de adopción de la IA, junto con Argelia, Angola, Etiopía, Irak, Nigeria y Venezuela. Esto sitúa a Ecuador en el 10% inferior de la preparación mundial para la IA. Lo que lo hace particularmente notable es que Ecuador es uno de los dos únicos países latinoamericanos (con Venezuela) en esta categoría inferior, mientras que vecinos regionales como Brasil, Chile y Colombia han alcanzado posiciones más altas.

Varios factores clave contribuyen a esta difícil situación: una infraestructura digital limitada para el desarrollo de la IA, una importante escasez de talento especializado en IA, graves limitaciones para acceder al capital riesgo y a la financiación de I+D, y la ausencia de estrategias y marcos normativos integrales en materia de IA. La matriz revela un preocupante patrón de desigualdad global en el desarrollo de la IA. Mientras que los pioneros de la IA se benefician de un círculo virtuoso de inversión, atracción de talento e innovación, las economías emergentes se enfrentan a retos combinados que dificultan cada vez más su recuperación. Esta disparidad se manifiesta a medida que la cuota de mercado se concentra en un puñado de países, los mejores talentos en IA y las instituciones de investigación se agrupan en los países ricos, y los recursos informáticos avanzados siguen concentrados en las economías desarrolladas. El enfoque actual en la IA para la eficiencia y el rendimiento corre el riesgo de eclipsar necesidades sociales más amplias y contextos específicos. Para Ecuador y economías similares, un enfoque de desarrollo más equilibrado debería incluir el liderazgo del gobierno en el desarrollo de estrategias de IA alineadas con los objetivos nacionales, la reforma educativa para fortalecer la educación técnica, el fomento de soluciones de IA que aborden desafíos regionales específicos, la inversión en talento local para reducir la dependencia de recursos externos, el fomento de asociaciones internacionales para la transferencia de conocimientos y la garantía de que el desarrollo de la IA tenga en cuenta diversas perspectivas.

La Matriz de Madurez de la IA sirve tanto de llamada de atención como de hoja de ruta. Al tiempo que pone de relieve las importantes disparidades existentes en el desarrollo mundial de la IA, también proporciona un marco para comprender lo que hay que hacer para colmar esas lagunas. De cara al futuro, reconocemos que la situación de Ecuador no es sólo un reto, sino una oportunidad de transformación. En Diversa, estamos construyendo una comunidad dedicada a cambiar estas estadísticas a través de la innovación colaborativa y el desarrollo del talento local. Creemos que combinando perspectivas únicas con las mejores prácticas globales, podemos acelerar el viaje de la IA de nuestra región y crear herramientas que aborden nuestras necesidades y contextos específicos. El objetivo no es sólo alcanzar a los pioneros de la IA, sino desarrollar capacidades que sirvan a las necesidades locales y contribuyan a un desarrollo tecnológico global más equitativo. El futuro de la IA no tiene por qué reforzar las desigualdades existentes: con el enfoque adecuado, puede ayudar a superarlas.